Lunes.
Kenta llegó puntual, a la hora pactada 10am, rodando sobre una bicicleta
bonita. Pantalones grises llenos de manchas de pintura y una gorra de sol. Será
por su edad, o por timidez, pero tiene aún algo de adolecente.
Como
siempre, nos saludó amable, con su voz suave y palabras entrecortadas, algunas
poco entendibles. Su español no es muy bueno; busca palabras para poderlas
traducir de manera correcta. ¿Inglés? Olvidó casi todo cuando aprendió un poco de portugués.-¨Viví en Brasil un tiempo, quería ser
futbolista, entrenaba para ser parte de un pequeño equipo de futbol¨- El
portugués, se lo olvidó, cuando en su mente las palabras fueron traducidas al
español y la pasión juvenil por el futbol, quedó atrás entrando de lleno el arte
a su vida.
No
sé, si fue que nos acostumbramos a su manera de hablar, o que después de tantas
charlas y entrevistas, explicando, quién es, que hace y hacia dónde va, su
español mejoró y las palabras: ¨chido¨, ¨órale¨ y ¨chale¨ fueron reemplazadas
por otras nuevas, para así crear frases e ideas mejor estructuradas en español.
Seguro en japonés su lenguaje fluye como el trazo de sus líneas y la poesía de sus colores.
Frente
a la pared pintada de negro, el con la cabeza enfundada en un paliacate naranja con símbolos
japoneses, traza imaginariamente con la punta del dedo los volúmenes generales.
Marca
un punto rojo, el centro de la pieza. Alza los primeros rayones. Suelta la mano,
mueve los brazos en círculo. Se hace uno con la brocha, danza con ella, suelta
y traza. Águila, Cuauhtémoc, plumas y calendario; nubes, olas. Línea suave, tan
al estilo de la caligrafía japonesa. Casi
ausencia de líneas rectas.
Fondea
con color rojizo cerveza los volúmenes generales. Termina el día, la luz no
empató con nuestra energía. Mañana el sol dará una nueva vuelta, por hoy la
luna no nos ofrece la luz suficiente.
Kenta,
le pregunto ¿estás contento? –y
responte- ¨¿cómo? ¡Si recién empiezo!¨
Paliacate
nuevo para el martes. Indicaciones para los medios que nos están apoyando, que
empezaban a recordarnos sus tiempos. Kenta conversa, sonríe para la cámara. Tímido
pero coqueto!
El
ruidito clic-clic que producen los
botes de spray al ser agitados y el aroma de la pintura, marcaron el ritmo de
ese día. Kenta no comió, en todo el día, salvo unas pasitas cubiertas de yogurt
y un chocolate que le compré.
Los
descansos son continuos pero cortos, el tiempo que demora en fumarse un
cigarrito. Mirar a lo lejos su trabajo, autocorregirse. –Kenta ¿tienes hambre?-le
pregunto-¨no tengo hambre, desayuné fuerte¨ me responde -¿Quieres un poco de
agua? - ¨Agua, si, mucha agua y una
cervecita, campechana por favor¨.
Improvisamos unos reflectores, porque la
luz empezaba a disminuir y aún no terminaba su día. Las formas, en la pieza
empiezan a leerse más claramente, las texturas y transparencias marcan
volúmenes. Kenta ¿cómo vas? ¿Estás contento?- no hay respuesta, sólo sonríe. Son
las 10:30 de la noche.
Miércoles.
Kenta, llega un poco más tarde. Está calando filigranas para terminar unos estenciles
pendientes. El día previo Carmen y yo intentamos ayudarlo, pero muchas veces
las buenas intenciones, no llevan a buenas acciones. Reparar los daños con
cinta gris y palillos de dientes, preguntar mil veces-Kenta ¿Cómo era? ¿Corto
esta línea o aquella?- La confusión no llevó a adelantar y ni lograr un buen
trabajo.-¨No se preocupen yo lo hago
luego¨ - nos dijo, de manera tierna y pasiva.
Otro
paliacate, hay que avanzar a ritmo acelerado. –Si Kenta ¡pero hoy comes por favor!-
Sentados
en una mesa de cuatro comimos la rica la comida que preparan con cariño en La Pulquería. Una cervecita Kenta
para equilibrar el calor?-¨Campechana de
favor!¨-.
A
Kenta le gusta la comida mexicana. - ¨Claro
¡a quién no!¨-Lo que más le gusta son las tortas, pero con mucho queso. No
extraña mucho la comida japonesa.- ¨No me
gusta cocinar¨- En casa su esposa, japonesa, se encarga
de esa tarea. Ellos se conocieron aquí en México, han ido varias veces a
vacacionar en su país. ¨Mi familia no ha
tenido oportunidad de venir, tienen una empresa familiar de impresión, y el tiempo muchas veces no da.
Tres hermanos yo a la mitad¨. -¿Ninguno es artista Kenta? - ¨No ninguno¨-responde. Hubo un tiempo
que pintaba en su casa, en la Juarez, pero - ¨El espacio no daba. Ahora tengo un estudio en la Roma, por el Mercado
de Medellín. Me gusta. Es más relajado. Puedo estar más tranquilo¨.-
¿Fuiste
a la Universidad? -¨Nunca fui. Estuve un
tiempo en lo que viene a ser la prepa aquí, enfocada al arte, pero lo dejé. Era
una etapa de mi vida difícil, mucha cerveza, era la edad, creo.-¨
¿Y
tus amigos de esa etapa en tu vida?¿ Son artistas ahora? -¨No lo sé, no tengo contacto con ellos, en Japón es muy difícil ser
artista. No compran arte japonés, les gusta más lo de afuera. Aquí hay más
oportunidad.¨- ¿Estas contento aquí? pregunto¨-Estoy contento aquí, quiero viajar, quiero observar, quiero aprender.
Hice un mural en Querétaro, quiero hacer más cosas fuera.¨
Llega
Klimt a la plática, a propósito del Art Decó, del Nouveau y la postal japonesa
- ¨Me gusta Klimt, me gusta Shiele¨-
Si Kenta, a mí también, sobre todo cuando rompe el trazo y se vuelve ¨loco¨. - ¨¿En serio? ¡Quisiera volverme loco yo
también!¨- Hice silencio.
Tarde
de entrevistas. Y el entendió el significado de ¨mal del puerco¨.- ¿Cómo que mal del puerco? ¿Qué es eso? – Cuando te da ¨huevita¨ después de comer.
– ¡Ahhhh! Si he sentido ese ¨mal
del puerco¨ muchas veces, sobre todo con comida mexicana y chelita¨-
Se
siente más contento y seguro, no sé si porque ya se está aprendiendo las
respuestas de memoria o ya empieza a divertirle un poco hacerlo. -¨Cuando pinto murales en la calle y estoy
solito, las personas me preguntan y
preguntan, me interrumpen. ¡Ya les
digo que no hablo español para que me dejen trabajar!¨
Ja,ja,ja
reímos todos los que lo estamos escuchando. Le preguntan, Kenta ¿que define tu
obra? Piensa un rato la respuesta, se soba los ojos, jala su barbilla, mira
hacia arriba, regresa la mirada a su mural aún sin terminar. Parece que va a
responder y lanza un ¨- mmmm- creo que no
entendí la pregunta, ¿me la puedes repetir?¨
-¨Creo que primero hay que observar,
luego trabajar mucho en la técnica, luego pienso en el estilo, al final el
estilo¨
¡Bien
Kenta! Buena entrevista. - ¨¿Hoy si hable
chido el español, cierto? ¨ - Si Kenta, todos estamos aprendiendo mucho en
estos días. Esa noche el atardecer está hermoso, Carmen ameniza el momento con
buena música, nos reímos todos.
Acabamos
el día Kenta? ¿Un tequilita? pregunto
-¨Mejor mezcalito ¿se puede?¨-
¨Está bueno el mezcalito. ¡Rico! – Le
pregunto, cómo en los días anteriores-Kenta, ¿estás contento? Encoje los hombros. –¨Falta mañana, falta mañana. Falta definir, falta trabajo. Mañana sólo
hasta las 4¨
En
jueves, sube por última vez su bicicleta los cuatro pesados pisos, hasta
llegara a la terraza dónde hemos pasado ya 4 jornadas de trabajo de casi 12
horas cada día.
Un
nuevo paliacate. Me he quedado con ganas de preguntarte si aquello de los paliacates,
se trata de un ritual, o simplemente se lo cambia por que se ensució. Le
pregunto si es religioso, me responde –
No, no mucho, si creo, más en mis cosas, no creo lo que los otros me dicen que
crea. No. No religión, más bien espritualidad. –¿y en la reencarnación Kenta?- ¨No, no entiendo la palabra, ¿cómo me
dijiste?-Ahhh, ¿vida después de la vida?, no, no creo eso, creo que cuando se
acaba, se acaba. Aquí, ahora hay que ser mejores siempre, si no, pues te quedas
con las ganas.¨ Nuevamente silencio. Carmen y yo regresamos la mirada a las
computadoras.
Pinceles,
líneas, definir, sombras. Firma. Su firma en japonés, de arriba hacia abajo.
Primero su apellido Torii, luego su nombre Kenta. Al lado izquierdo la fecha.
Dos
esténciles calados, el primero en dorado. Una especie de ser alado, un pájaro
¿sobre? que es Kenta ¿una vasija? pregunto –¨Si,
mi apellido. Significa ¨cuenco del que nacen los pájaros¨- Yo lo diseñé para mi
familia, no teníamos un escudo¨- ¿Y este símbolo que está abajo color rojo?
– Otro, lo mismo pero distinto, otra forma de letras¨-
Punto
final y aplausos. Terminaste Kenta ¡Felicidades! ¡Felicidades Carmen, lo
hicimos bien otra vez!
Kenta,
camina unos pasos para atrás. Prende un último cigarrito. Contempla la pieza.
Mientras
limpiamos un poco el lugar, acomodamos los botes de spray, lavamos las brochas
y los pinceles, botamos el cartón, con los esténciles. Carmen guardo una
calaverita, yo me quedé con unas plumas del penacho.
Veo
a Kenta quitarse cuidadosamente el paliacate y ponerse su gorra, la misma con
la que llegó.
Kenta
¿Estas contento? Le pregunto. Ahora si me responde con una sonriza.-¨Si ¡ya estoy contento!¨-
Alessandra Carughi
Ferrini
Bicicleta y
Paliacates.
Agosto 2014